Aunque la mayoría conozcan a Sandra Blázquez por sus personajes en “Cambio de clase” o “Física o química”, es mucho más que una actriz. Tras conocer a unos niños de un orfanato, ella y María Fábregas, decidieron cambiar el rumbo de sus vidas. Poco tiempo después fundaron su propia ONG llamada Idea Libre. Un proyecto de educación para los niños y niñas en Kenia. Ella ha querido contar su historia en su libro “Me dije hazlo y lo hice” cuyos beneficios van destinados a la financiación de Idea Libre.
¿Cuándo comienza su carrera como actriz?
Empecé con 11 años. Un día en un cumpleaños había un karaoke y subí a cantar. Un padre, que era representante, me vio y le dijo a mi madre que si podía representarme. Mi madre dijo que era muy pequeña, pero le supliqué. Empecé a hacer castings hasta que me salió mi primer trabajo como presentadora.
¿Qué significó pasar a formar parte del reparto de Física o química?
Una suerte. Entré en la tercera temporada y ya todo el mundo sabía lo que era, excepto yo que nunca la había visto. Estar en una serie donde sabes que a la gente le está gustando es muy guay, aunque a veces es mucha presión.
Aunque la familia de FoQ se suele reunir, ¿qué ha supuesto volver a rodar juntos?
Es como cuando te encuentras con tus compañeros del instituto que hace muchísimos años que no ves. Fue un subidón, nos olvidamos de que habían pasado ya 10 años. Nos preguntábamos cosas porque algunos no nos habíamos visto en años, pero seguíamos siendo los mismos. Me hubiera encantado que hubieran estado todos.
¿Qué evolución se verá en Alma, su personaje, en los capítulos de Física o química: El reencuentro que se estrenarán el 27 de diciembre?
No puedo contar nada. Además, prefiero que se disfrute. El personaje me ha seguido encantando y hay alguna que otra sorpresa que a lo mejor no nos esperamos.
¿Alguna valoración sobre los capítulos?
Todos y cada uno de los actores y actrices hemos puesto muchísimo cariño porque lo hemos hecho pensando en el espectador, en esa evolución que quiere verse. Los personajes ya estaban creados y los espectadores ya conocen a Alma, Gorka o Cabano.
¿Cuándo despertó su interés por la cooperación?
En un viaje a Marruecos con María Fábregas, en el que conocimos a unos niños en un orfanato. Cuando volvimos a España nos sentíamos egoístas. Sentíamos que ya habían sido abandonados una vez y que lo volvían a sentir con nosotras. Fue ahí cuando decidimos cambiar el rumbo de nuestra vida.
¿Qué le animó a fundar su propia ONG?
En concreto Ryan, un niño de 3 años que apenas sabía andar. Me impresionó mucho su tristeza. Fue el impulso definitivo para preguntarme qué estaba haciendo yo en el mundo.
¿Cómo nace Idea libre?
Lo que nos motivó sobre todo era que pensábamos que el camino para salir de la pobreza es la educación. Teníamos que hacer un proyecto para ayudar a los niños y niñas. Si en vez de llevar ropa o juguetes llevas educación y profesores, les haces libres.
¿Cuáles son los objetivos de la ONG?
Sobre todo, educación. Tenemos 175 niños y niñas en la escuela, que cuando les conocimos comían una vez cada dos días. El principal objetivo es que tengan la vida que se merecen. Estos niños trabajaban y las niñas con 10-12 años se prostituían. Ahora van al colegio, comen y juegan.
¿Los han logrado?
Sí, después de 6 años y medio hemos conseguido un montón de cosas, y menos mal.
¿Por qué centraron su actividad en Kenia?
Un misionero etíope que estaba en Kenia nos pidió que fuéramos. Al mandarnos el mensaje en inglés pensábamos que era publicidad, pero lo tradujimos. Fuimos sin saber si el misionero existía, pero menos mal que estaba allí esperándonos.
¿Cómo conocieron a los niños y niñas de su escuela?
Un día de casualidad vimos a los niños, nunca habíamos visto nada más triste. Le preguntamos al misionero: "¿A qué colegio van?". Y se rio de nosotras. Decidimos empezar allí.
¿Cada cuánto tiempo suele ir?
Solemos ir cada tres meses y pasamos allí un mes. Ahora con la pandemia, fuimos en enero y no hemos podido volver hasta noviembre.
Hace unos días volvió de Kenia. ¿Cómo está allí la situación?
No conocemos a nadie que se haya contagiado ni a nadie que sepa de alguien que se haya contagiado. No se lo creen. En el colegio sí que cumplimos las reglas, los niños llevan mascarilla, mantienen las distancias y se lavan las manos.
¿En qué consiste su actividad?
Coordinar. Nuestro verdadero trabajo es buscar financiación, conseguir socios y que la gente nos conozca. Hacemos reuniones con las madres para saber cómo están las familias, con los profesores para aportar ideas, hablar de nuevos proyectos…
¿Qué es lo más duro que ha vivido allí?
El caso de Filemón, uno de nuestros niños que tiene Sida, Toxoplasmosis y Tuberculosis. Estaba totalmente desnutrido, pesaba 22 kilos con 12 años. Después de tres hospitales que no le quisieron atender, conseguimos que le atendieran en uno. El médico nos dijo que había que ingresarle y que costaba 600€. Le pregunté: "¿Si no lo pagamos el niño se muere?". Y su respuesta fue: “Claro”. Me enfadé mucho, no entendía cómo su vida podía valer 600€. Valía más el dinero que la vida de una persona.
¿Qué es lo que más le cuesta cuando vuelve?
Cada vez que me acuesto me acuerdo de que mis niños están durmiendo en el suelo y cuando llueve en Madrid pienso en cómo se mojan sus cabañas de barro y paja.
Hace poco publicó su primer libro “Me dije hazlo y lo hice”, cuyos beneficios son destinados a la ONG, ¿no es así?
Sí. En él hablo de mi vida como cooperante, pero también de mi vida como actriz y de cómo lo compagino. Para añadirle valor quise que todo el dinero fuera para nuestros niños.
¿Qué planes de futuro tiene Idea libre?
Por ahora escolarizar a 25 niños y niñas más, con la venta de los libros. Seguir creciendo, por su puesto.
Y Sandra, ¿qué planes tiene?
Hacer la presentación de “Física o química: El reencuentro”, estoy deseando que lo disfrutéis. Vender muchos libros y animar a que la gente vaya detrás de sus sueños.
IDEA LIBRE
Física o química: El reencuentro (27 de diciembre en Atresplayer Premium)
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